lunes, 24 de mayo de 2010

Triste rastro de mis huellas.

A mil metros de la costa norte donde el sol se ahoga, encontré a mi adversario en un día claro del mes de mayo, sus afiladas garras vibraron al verme, ni siquiera un placentero aullido le sosiega, aun a sabiendas, que al llegar al sol será cenizas. Al abrir las alas en tu lucha contra el viento has abatido las penas, posando frente a mi tu pálida belleza. No me tocas... no me hablas, solo piensas en la irrealidad de este vuelo y en la verdad del destino, hoy la paciencia es tu amiga te abraza y te consuela. Mientras mi mente se ahoga sin razón alguna... y se me cobija el alma entre la noche sombría. Encuentro silencios nadando en un mar de neblina, flotando en el viento, y me dejo llevar por el perfume de vacíos envenenados de locura alimentando mi amargura y quedando en el abismo a cada hora, camino descalza entre millones de murmullos, cubriendo con dolor el triste rastro de mis huellas. Me embriago de nuevo con la madrugada, mientras el miedo me impulsa hasta la eternidad.